Desde que me muevo por en el “mundo de las terapias” (ya hace unos cuantos años) oigo mucho decir que “hay que aceptar lo que es, sin juzgarlo”. Me pasé años esforzándome muchísimo en “aceptar” todo lo que me pasaba, todo lo que vivía. Algunas veces me resultaba fácil, pero otras era una tarea casi imposible de conseguir… y me agotaba física, mental y emocionalmente. Hasta que un día, hace años, tuve un clic en mi cabecita… y me di cuenta de que aceptar no es resignarse! Esa comprensión me aligeró muchísimo la carga… muchísimo…

La aceptación es ligera…

La aceptación es ligera, da sensación de alivio, de soltar, de comprensión profunda, de compasión… La resistencia, la pelea, la lucha que había hacia eso se desvanece cuando lo aceptas…  Si con lo que tú consideras aceptación no llega esa sensación de alivio… no es aceptación, quizás sea resignación… Atent@ a esto… Cuando un@ acepta algo (sea grande, pequeño, feo o bonito) llega a una comprensión profunda de ello, a un sentir profundo de empatía y compasión… Oigo a muchas personas (yo misma a veces me pillo haciéndolo) hablar de situaciones, personas, cosas que “aceptamos”, y cuando l@s escucho (o me escucho), siento el enfado, el resentimiento, o la lucha en el tono de voz o en el mensaje… y me aparece la duda: “¿realmente hemos aceptado?” NO! … Si la aceptación pesa, agita, incomoda…no es aceptación…

La aceptación nace desde el corazón…

Y es que la aceptación no es tarea fácil… y esforzarse por aceptar no funciona (te lo digo por experiencia!) Así que si no puedes aceptar algo… ACEPTA QUE NO LO ACEPTAS! No te pelees con ello! Reconoce que hay cosas que te cabrean, que te disgustan, que te ponen triste… y que no quieres o no puedes aceptarlas aún! No hay nada malo en ello… Date tiempo… y respira… Por mucho que te empeñes en aceptar con la cabeza… ¡la cabeza no acepta! Por mucho que digas desde tu mente racional que “aceptas” lo que sea… si tu corazón no está en sintonía con eso… no hay aceptación posible… Quizás la cabeza te puede ayudar a  entender la situación, y desde esa comprensión mental puedas acercarte un poco más a la aceptación… pero solo con esa comprensión mental, te lo aseguro, no hay aceptación… La aceptación nace del corazón y apacigua el alma… Por lo menos así la experimento yo… Si no te da paz, tranquilidad, calma… mira adentro, obsérvate y sé honest@ contigo… ¿realmente estás aceptando? Y recuerda que tanto si la respuesta es que sí, como si es que no… está bien! Acepta la respuesta! Y ahora te cuento lo que me ayudó a mí a aceptar…

Aceptación y resignación son dos cosas muy distintas…

Como os he dicho al principio, a mí me pesaba muchísimo esto de la aceptación… me esforzaba mucho, intentaba entender todos los puntos de vista, ver todo desde otro ángulo… pero aún y así… bufff… lo que me costaba… y mi aceptación se quedaba en algo mental… (o sea, que no estaba aceptando!) Hasta que un día me di cuenta de que (quizás algo obvio para la mayoría, pero a mí me llevó mi tiempo)… estaba confundiendo aceptación con resignación! Cuando un@ acepta algo, la posibilidad al cambio queda totalmente abierta (de hecho, la aceptación invita al cambio, a la evolución!) sin embargo, la resignación elimina por completo la posibilidad de cambio…y eso… pesa una tonelada! Por eso, para mí, “aceptar” era tan pesado… porque en el mismo aceptar cargaba con la resignación… ¡Y una cosa no tiene nada que ver con la otra! Te pongo un ejemplo… a ver si me ayuda a explicarme… Imagínate que estás mal con tu pareja porque no te gusta que llegue tarde a casa; se lo has dicho varias veces, has intentado negociar y no deja de hacerlo. Antes de nada, acepta que te cabrea que tu pareja llegue tarde! Tienes todo el derecho de que eso te cabree! Luego, toma conciencia de si ese cabreo es fruto de alguna herida del pasado que no cicatriza (infancia, anteriores parejas…); intenta dirigir tu mirada hacia adentro para ver si descubres qué dispara ese cabreo… Cuando le hayas dado cabida a tu cabreo, te puede ayudar ponerte en el lugar de tu pareja, e intentar sentir lo que el otro siente (empatizar con el otro, entender qué mueve a la otra persona a hacer lo que hace… quizás tiene que ver con su educación, con su infancia…). Desde ahí, podrás ir poniendo conciencia a la situación y te irás acercando a la aceptación de lo que hay. En este proceso, es posible que necesites abrir tu corazón… recuerda que si no hay corazón… la aceptación no llegará… Si no puedes o no sabes o no quieres abrir tu corazón… acéptalo también, con cariño y amor hacia ti! Ante todo, no te pelees contigo…

La aceptación da claridad…

Cuando aceptas algo, lo puedes ver con mayor claridad, sin filtros, de frente… y esa claridad te ayudará a tomar decisiones que la resignación no te dejaría! Vuelvo al ejemplo de la pareja. Imagínate que descubres que tu pareja, en realidad,  llega tarde a casa porque necesita pasar las tardes con sus amig@s para despejarse. Lo necesita. Eso puede no ser un problema para algunas personas, para otras sí! Si para ti lo fuera, tienes varias opciones (simplificando mucho):
  • Opción 1: Pasarte la vida enfadad@ porque necesitas que tu pareja pase más tiempo contigo cuando sabes que eso no va a pasar! (ni aceptas, ni te resignas= peleas y sufres). Con el tiempo, seguramente te verás en la opción 2 ó 3.
  • Opción 2: Resignarte y agachar la cabeza (aceptas y te resignas= sufres) Definitivamente, no es una opción saludable, pero si decides tomarla… acepta tu decisión! Posiblemente te llevará al límite y terminarás por explotar… toma conciencia de ello, será una gran oportunidad de aprendizaje… las “explosiones” siempre lo son… (también te lo digo por experiencia)
  • Opción 3: Aceptar a tu pareja permitiéndole ser como es! Esta suena bien, ¿verdad? Pues para ello tendrás que estar dispuest@ a mirar hacia adentro y hacer cambios… Puedes aceptar a tu pareja, y aprender a disfrutar de tu tiempo sin el/la, respetando su necesidad de pasar tiempo con sus amig@s.  O también puedes decidir aceptar a tu pareja, y dejarla libre para que sea como es y tú puedas ser como eres con otra persona (o sol@!) Como ves, la aceptación conlleva ver las cosas con claridad… y una vez lo ves… ya no hay excusas!
Por supuesto, esto es aplicable a cualquier otro ámbito de la vida, no solo en el tema de pareja… Ante cualquier situación que te desagrade o incomode tienes esas tres opciones: Seguir quejándote de por vida; resignarte (callar y agachar la cabeza o hacer ver que no pasa nada); o aceptar lo que es y ver qué necesitas hacer para ajustarte a ello, poder ser tu mism@ y brillar!

La aceptación puede ser un impulso para el cambio

La aceptación no te impide cambiar, todo lo contrario! La aceptación te puede ayudar a ver con claridad aquello que no querías o no podías ver, y te puede dar el impulso para el cambio! Y el cambio que viene después de la aceptación, es un cambio desde el respeto y la comprensión más profundos. En ese cambio no hay resentimiento, no hay carga, no hay peso… todo lo contrario… Con la aceptación llega el descanso, la ligereza, el soltar… Y ahora, ¿con qué opción te quedas? ¿aceptas, te resignas o sigues en la queja? Sea cual sea tu respuesta, yo la acepto, acéptala tú también… No te juzgues, no te machaques… Acéptate tal como eres… eres únic@ y eres perfect@… Si aún no puedes o no sabes aceptar lo que te rodea y aceptar al otro…empieza por aceptarte a ti mism@ con lo que hay, con lo que eres… al final, te darás cuenta de que al aceptarte a ti… aceptas al otro también! Si tienes dudas, preguntas o te ha resonado algo y quieres compartirlo, espero leerlo en los comentarios! Y si te ha gustado, compártelo! Un abrazo fuerte con cariño, ¿lo aceptas? Judith Benavent